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QUEMADURAS: TODO LO QUE TE INTERESA SABER

Seguro que todos tenéis claro que la mejor forma de evitar las quemaduras por el sol es no exponerse al mismo. No obstante, vivimos en un país donde la luz del sol es prácticamente omnipresente, por lo que muchas veces es difícil evitar exponernos a él.

Además este año hemos estado “confinados” y con una piel sin período de adaptación, por lo que podríamos ver aumentado el riesgo de quemaduras, las cuales como sabéis son un factor de riesgo para el cáncer de piel. Por ello, es importante tomar conciencia y seguir una serie de recomendaciones que os contamos a continuación.

¿Qué ocurre cuando la piel se expone al sol? 

La quemadura es la forma que tiene la piel de responder a un exceso de luz solar. Tras la exposición al sol la epidermis, la capa más externa de la piel, se engrosa y los melanocitos, las células que dan color a la piel, empiezan a producir melanina más deprisa. Así se consigue un cierto grado de protección natural frente a una futura exposición.

¿Qué radiaciones afectan a la piel y que efectos tienen en ella?

* Radiación Ultravioleta B (UVB): actúa en la capas superficiales de la piel, siendo la responsable de las quemaduras y el bronceado.

* Radiación Ultravioleta A (UVA): llega a capas más profundas a dermis y es la responsable principal del fotoenvejecimiento cutáneo prematuro.

* Lus visible (especialmente luz azul): genera radicales libres que provocan disfunción de las células en las capas más profundas de la piel.

* Radiación infrarroja (IR): los responsables de la sensación de calor, y de la pérdida de firmeza y elasticidad de la piel. 

 

¿De que depende la cantidad de radiación que recibimos?

Las características y la cantidad de dichas radiaciones varían mucho con las estaciones y con los cambios atmosféricos. La exposición a la luz solar depende de muchos factores, como la vestimenta, el estilo de vida, el trabajo y los factores geográficos, como la altitud y la latitud. 

Las radiaciones responsables de las quemaduras (radiaciones UVB) son filtradas mayoritariamente por el cristal. Sin embargo, las radicaciones UVA sí atraviesan el cristal, por tanto, aunque sea difícil quemarnos a través de un coche o de una ventana, sí estamos dañando nuestra piel si no nos protegemos correctamente.

Por otra parte, las nubes y la niebla pueden ser atravesadas por gran cantidad de radiaciones que producen quemaduras solares, pudiéndose producir lesiones graves en personas que no sospechan esta exposición, por tanto, ¡no os confiéis en los días nublados!. También es importante saber que la nieve, la arena y el cielo brillante aumentan la exposición al reflejar los rayos.

¿Todo el mundo reacciona igual al sol? 

La reactividad de las personas al sol es muy distinta. Por ejemplo, en la piel de los albinos no se produce pigmentación debido a un defecto en el metabolismo de la melanina; tampoco en las zonas de vitíligo, por la ausencia de melanocitos. Los pacientes de raza negra y de razas distintas a la blanca son menos sensibles a la exposición solar que los pacientes de piel clara, pero no son inmunes a los efectos del sol y pueden sufrir quemaduras solares cuando se exponen de forma prolongada. Las personas con fototipos bajos (rubias o pelirrojas…) tienen un riesgo especial.

¿Cómo se manifiestan las quemaduras solares? 

Se producen signos y síntomas en 1 a 24 h, que salvo en los casos graves, alcanzan su pico máximo a las 72 h. Los cambios cutáneos van desde un enrojecimiento leve con descamación evanescente, hasta dolor en la piel, tumefacción y ampollas.  En los casos graves también pueden producirse síntomas constitucionales (fiebre, escalofríos, debilidad, shock), igual que con las quemaduras térmicas, si se quema una gran parte de la superficie corporal. Las complicaciones tardías más frecuentes son la infección secundaria y alteraciones de la pigmentación.

¿Cómo se previenen las quemaduras solares? 

Siguiendo las recomendaciones que os detallamos a continuación podremos evitar la mayor parte de las quemaduras solares:  

- Busca siempre la sombra y evita la  exposición solar en las horas centrales del día. En la playa o piscina es recomendable el uso de sombrilla para evitar la exposición solar directa.

- Debes exponerte progresivamente al sol, para facilitar la adaptación de la piel y favorecer mecanismos naturales de defensa. Hacerlo siempre de forma gradual, especialmente importante en la infancia. Recuerda que en los bebés menores de 6 meses se recomienda evitar el uso de fotoprotectores y por tanto evitar la exposición solar directa.

- Lleva ropa que te cubra.  La prendas de ropa ejercen una barrera física para los rayos del sol  aunque ésta depende del color, el tejido y el grosor de la prenda. Respecto a los colores, los oscuros suelen ofrecer una mejor protección, y respecto a los tejidos,  existen prendas con protección UV certificada (se denomina UPF), y en general la mejor protección la ofrecen las prendas secas, gruesas y tupidas.

- Protege también tu cuero cabelludo y tus ojos mediante el uso de gorra o sombrero y gafas de sol con cristales con filtros para la radiación UV.

- Debes utilizar un fotoprotector adecuado a tu tipo de piel y a la exposición solar a la que te vayas a someter. En cualquier caso, normalmente no debes utilizar un factor de fotoprotección solar (SPF) inferior a 30. La cantidad recomendada es de 2mg por cm2.

- Renueva la aplicación de su protector solar con la frecuencia adecuada (2-3h), especialmente, después de cada baño.

- Si tienes una piel muy sensible al sol (fototipo I, II) es recomendable el uso complementario de fotoprotectores solares orales.

- Debes evitar el uso de cabinas de rayos ultravioleta. No sólo no te preparan para el bronceado, sino que está demostrado que su uso aumenta el riesgo de padecer un melanoma y la FDA (Administración Americana de Alimentos y Medicamentos) lo considera ya un agente carcinógeno, es decir, capaz de producir cáncer.

 

Por tanto, acordaros de que utilizar cremas fotoprotectoras es muy importante, ¡pero no solo la única medida a adoptar!. Y también de que estas recomendaciones deben seguirse todo el año.

 

Por último, ¿Qué hacer si ya me he quemado?

El tratamiento de las quemaduras solares debe ir dirigido principalmente a impedir la extensión de las lesiones, aliviar el dolor, prevenir las infecciones (extremar higiene) y la deshidratación cutánea, proteger del aire y favorecer la epitelización.

Como medidas generales:

- Para aliviar los síntomas  se pueden aplicar compresas de agua fría.

- En ocasiones es necesario el uso de corticoides tópicos y antibióticos.

- Para el dolor pueden utilizarse analgésicos como por ejemplo AINES.

- Se debe evitar la exposición al sol hasta que se cure la quemadura aguda.

- Se deben evitar los ungüentos y lociones que contengan anestésicos locales (benzocaína) y otros fármacos sensibilizantes, dado el riesgo de dermatitis de contacto alérgica. 

- Es importante mantener la zona limpia: lavar suavemente la quemadura con una solución jabonosa y aclarar abundantemente con agua con el fin de eliminar cualquier partícula adherida a la piel agredida, la cual podría representar un foco de infección.

- Hidratación abundante con tratamiento tópico mediante emulsiones emolientes fluidas y calmantes.

- Evitar el contacto con agentes que dificulten la transpiración (sustancias oleosas: pomadas o ungüentos).

-En caso de ampollas o quemaduras graves debe buscarse atención médica.

Como siempre en caso de dudas lo mejor será preguntar a vuestr@ dermatólog@ que será el profesional más indicado en aportar soluciones eficaces en cada caso.

 

¡A disfrutar del verano!

 

Dra. Berbegal