Porqué deberías empezar el 2019 aprendiendo yoga facial

Hola de nuevo!

¿Alguien ha oído hablar del yoga facial?

Quizá los que hayan leído algo sobre el tema se pregunten si se trata de una tendencia pasajera propia de instagrammers o si nos interesa también a l@s dermatólog@s.

La respuesta es sí, nos interesa. La revista JAMA dermatology (una de las revistas dermatológicas con mayor factor de impacto), en su ranking de artículos más leídos del 2018, otorga un flamante segundo puesto a un artículo sobre “yoga facial”.

Pues bien, hablemos de ello.

¿Para qué sirve el ejercicio facial?

Como ya hemos mencionado en muchos de nuestros artículos, el envejecimiento cutáneo no se produce solo a nivel superficial (laxitud de la piel, arrugas finas o daño solar y manchas), sino también a nivel profundo con pérdida de grasa y músculo.

Es por este motivo por lo que surge el interés por el ejercicio facial como un método para incrementar el volumen y la tonificación de los músculos que soportan la piel de nuestra cara y cuello.

¿Y realmente tiene efectos?

El artículo del que hablábamos al inicio, aunque no es el primero en hablar del tema, sí demuestra desde un punto de vista más científico la utilidad del ejercicio en la mejora del aspecto facial.

La realización de ciertos ejercicios durante 30 minutos diariamente, o a días alternos, demuestra una mejora del aspecto facial (sobre todo a nivel de las mejillas) tras 20 semanas desde el inicio; especialmente en personas de edad media (>40) en las que ya se aprecie cierta pérdida de volumen.

¿Qué tiene de malo?

Como podéis observar, no hablamos de ejercicios que puedan realizarse en 5 minutos mientras gira el plato del microondas, sino que se trata de un ejercicio que requiere tiempo y dedicación para poder observar los resultados.

Pero, ¿no ocurre lo mismo con cualquier ejercicio?

 

En definitiva, se trata de una técnica segura (siempre que se aprenda y se realice de forma correcta), barata y por lo que parece, eficaz.

 ¡Feliz día!