Alcohol y piel ¿Cuáles son los efectos cutáneos relacionados con su consumo?

Parece ser que el confinamiento ha hecho subir las ventas de alcohol en España. Aunque los motivos nos puedan parecer “lógicos” (más tiempo en casa, falta de otras actividades de ocio, etc.) no deja de ser preocupante precisamente eso, que nos parezca lógico.

El último informe del Ministerio de Sanidad sobre consumo de alcohol refleja que el 20% de los consumidores de alcohol lo hacen porque “es divertido y anima las fiestas” y el 13,7% porque “les gusta cómo se sienten después de beber”. Asociamos consumir alcohol con diversión, y aunque percibimos de manera global más los riesgos, se siguen asociando los efectos negativos del alcohol más al binge drinking, que al consumo diario de bebidas con menor graduación alcohólica, como el vino o la cerveza, y eso que el 7,4% de la población de España declara mantener un hábito de consumo diario de alcohol.

La buena noticia es que “sólo” un 5% piensa que forma parte de una alimentación equilibrada, así que, aunque no lo percibamos como algo malo, al menos parece que dejamos atrás el mito de que una copa de vino al día es buena para la salud.

¿Pero qué ocurre con la salud de nuestra piel? ¿Cómo influye el consumo de alcohol?

Cuando bebemos alcohol, el etanol se absorbe en nuestro estómago e intestino pasando a circular por nuestra sangre hasta el hígado. Allí unas enzimas se encargan de metabolizarlo y degradarlo para que pueda ser eliminado.

Tanto el alcohol en sangre como los metabolitos que se producen tras su degradación pueden producir efectos tóxicos a muchos niveles, incluida la piel.

La piel es uno de los primeros órganos donde se hace visible el consumo abusivo de alcohol. Pueden aparecer arañas vasculares, eritema o rojez facial y en las palmas de las manos, hiperpigmentación en piernas, peribucal o periocular, déficit de distintas vitaminas, alteraciones de las uñas, ictericia, etc. Muchas de estas manifestaciones están relacionadas directamente con los efectos del alcohol y otras con las enfermedades a las que se asocia (cirrosis, pancreatitis o cáncer de mama, entre otras).

Además, también se ha relacionado con la aparición de carcinomas epidermoides cutáneos y con carcinomas basocelulares más agresivos en estos pacientes.

Pero, ¿es necesario un consumo abusivo de alcohol para que nuestra piel se resienta?

Definitivamente no.

Es cierto, como explicábamos antes, que contamos con mucha información sobre los efectos del alcohol en la piel cuando ya existe una enfermedad hepática o pancreática, pero no existen apenas estudios que pongan en evidencia los efectos que el “consumo social” tiene sobre la piel.

Aún así sabemos que el alcohol puede producir:

-       Desequilibrios hormonales: el alcohol tiene una gran proporción de azúcar, lo que hace que se genere más insulina. Estos picos de insulina pueden desembocar en una resistencia a la insulina o aumento de la secreción de andrógenos provocando acné y/o hirsutismo.

 

-       Exacerbación de una rosácea preexistente: el alcohol tiene un efecto vasodilatador. En un paciente con rosácea los mecanismos de regulación del calibre de los vasos sanguíneos no funcionan bien y el alcohol favorece que permanezcan dilatados y aparezcan telangiectasias faciales y rojez basal.

 

-       Flushing: episodios súbitos de enrojecimiento facial y de la zona del escote. Puede acompañarse de taquicardia y es más frecuente en población asiática. Se debe al déficit de actividad de una de las enzimas que degradan el alcohol.  

 

-       Envejecimiento cutáneo prematuro: tanto el alcohol como sus metabolitos generan radicales libres que producen toxicidad celular haciendo que el colágeno se degrade antes, lo que favorece la aparición de arrugas y flacidez.  

 

-       Deshidratación: debido a su efecto diurético. La deshidratación corporal que produce puede manifestarse a nivel cutáneo como una piel más cetrina y menos luminosa.

 

-       Depleción de los depósitos de vitamina A: aunque los niveles muy bajos se relacionan con alcoholismo establecido, con un menor consumo sí puede aparecer sequedad leve y queratosis pilar.

 

-       Infecciones cutáneas: de nuevo se asocia más a un consumo más sostenido, ya que el alcohol puede modificar la respuesta tanto del sistema inmune innato como del adaptativo y hacer que seamos más susceptibles a sufrir una infección.

 

-       En pacientes con psoriasis el consumo de bebidas alcohólicas puede hacer que exista una enfermedad más severa y una peor respuesta al tratamiento.

 

-       Existe una asociación entre consumo de alcohol y aparición de dermatitis seborreica.

 

En definitiva, los estudios actuales son muy consistentes con las consecuencias que tiene el abuso de alcohol sobre la piel, pero no existen tantos que estudien qué efectos tiene un consumo “moderado”.

¿Por qué?

Cuando hablamos de “consumo moderado” estamos asumiendo que existe un tipo de consumo que no pone en riesgo nuestra salud. No percibimos el alcohol como un tóxico cuando nos tomamos una copa de vino o una “cervecita” y por lo tanto es un consumo socialmente más aceptado.  

Esto condiciona que la información científica que tenemos hasta ahora sobre los efectos de este tipo de consumo sea menor pero como veis ningún tipo de consumo es inocuo y puede tener consecuencias sobre nuestro organismo y nuestra piel.

Y vosotros, ¿qué percepción tenéis sobre el alcohol? ¿Alguien ha notado consecuencias negativas sobre su piel con el consumo de alcohol? ¡Dejadnos vuestra respuesta en comentarios!

 

¡Qué tengáis una feliz semana!

 

Dra. Andrea Allende García

 

BIBLIOGRAFÍA

1-    Liu SW, Lien MH, Fenske NA. The effects of alcohol and drug abuse on the skin. Clin Dermatol. 2010 Jul-Aug;28(4):391-9. doi: 10.1016/j.clindermatol.2010.03.024. PMID: 20620755.