Rosácea
¿Qué es la rosácea?
La rosácea es una enfermedad inflamatoria de la piel, que tiene un curso crónico y recurrente. Se caracteriza por una reactividad cutánea incrementada con frecuentes episodios de enrojecimiento facial (cuperosis) y suele aparecer en la cara (pómulos, nariz, mentón y frente), pero también puede afectar a los párpados (blefaritis) y provocar orzuelos.
¿Cuál es la causa de la rosácea? ¿A quién suele afectar?
Como en muchas enfermedades de la piel, no se conoce bien la causa de la rosácea. Se cree que en su aparición participan alteraciones del sistema inmune que aumentan la inflamación de la piel, alteraciones de la barrera cutánea que hacen que la piel sea más sensible y alteraciones vasculares y del sistema nervioso. Además, se sabe que tiene un componente hereditario, y que hasta un 40% de las personas que la sufren, tiene algún familiar con la misma patología cutánea. Puede afectar a cualquier persona, pero es más frecuente en mujeres de mediana edad, principalmente entre los 30 y 60 años, y los individuos de piel clara tienen más predisposición a sufrir rosácea que las personas de piel oscura.
¿Cómo se manifiesta la rosácea?
La piel con rosácea es una piel que de base tiene tendencia a la cuperosis [enrojecimiento] en mayor o menor grado.
Inicialmente, la rosácea tiene una evolución intermitente, es decir, cursa a brotes, episodios en los que la piel se vuelve más rojiza, aparecen pústulas [granos de pus] y sensación de quemazón o picor en las zonas afectadas. Los individuos con rosácea generalmente presentan estos episodios de forma más o menos frecuente y repentina.
En una etapa más avanzada, suelen presentar de forma constante pápulas eritematosas [granos rojos] y pústulas [granos de pus], predominantemente en los pómulos pero también en la frente, nariz y mentón.
Con el paso del tiempo y la aparición de muchos brotes, la piel adquiere una superficie irregular, con telangiectasias [dilataciones visibles de los vasos sanguíneos] y, en casos graves, fimas [grandes proliferaciones y deformaciones de la nariz y del mentón]. Estos fimas son poco frecuentes, aparecen tras años de padecer brotes intensos de rosácea y son más frecuentes en varones.
Además, en algunas personas puede coexistir una afectación de la piel de los párpados y producir blefaritis [inflamación del párpado] y conjuntivitis, con molestias oculares asociadas, sensación de arenilla, prurito ocular, etc.
¿Qué puede provocar un brote de rosácea?
Como decíamos antes, la rosácea cursa a brotes. Se ha visto que hay diversos factores que pueden desencadenar o agravar estos episodios:
Alcohol.
Comidas muy calientes o picantes.
Radiación solar.
Temperaturas extremas.
Ambientes secos.
Emociones, estrés.
Ejercicio físico.
Cosméticos no adecuados.
Fármacos que producen dilatación de los vasos sanguíneos.
Ácaros Demodex (se encuentran en la piel normal, pero en la piel con rosácea hay mucha más cantidad de estos ácaros).
¿Cómo se trata la rosácea?
Hay diferentes tratamientos disponibles para la rosácea que ayudan a controlarla, aunque no existe ninguna opción que la elimine de forma definitiva hoy en día.
Cuidados generales:
En primer lugar, deben evitarse o minimizarse los factores desencadenantes conocidos, que serán distintos para cada persona.
Muchos pacientes con rosácea tienen la piel sensible, por lo que se recomienda el uso de cremas hidratantes faciales hipoalergénicas o específicas para pieles con rosácea.
Además, es recomendable el uso de jabones suaves, evitando frotar de forma enérgica la cara. También se deben evitar las lociones alcohólicas (típicas en desmaquillantes o productos para el afeitado).
Es muy importante el uso de fotoprotectores diariamente, además de utilizar complementos que bloqueen el paso del sol como sombreros, sombrillas o prendas de vestir.
Si la piel es muy sensible y reactiva, se pueden utilizar filtros solares físicos (no químicos) que contengan zinc micronizado u óxido de titanio, ya que son menos irritantes. Estos filtros funcionan reflejando la luz solar y no se absorben por la piel.
Si el clima es muy frío es recomendable cubrir la cara con una bufanda o aplicar cremas protectoras.
En cuanto al maquillaje, el uso de productos que contengan pigmentos verdes puede ayudar a disimular las rojeces.
Un consejo muy útil: antes de empezar a usar un producto nuevo en la cara, lo ideal es aplicar una pequeña cantidad en la muñeca o el cuello durante unos días y comprobar si aparece alguna reacción en la zona.
Tratamientos tópicos (cremas):
Se utilizan antibióticos tópicos como el metronidazol o la clindamicina que tienen propiedades antiinflamatorias.
La crema de ivermectina se ha empezado a utilizar en algunos casos de rosácea con muy buena respuesta. Se puede preparar en una fórmula magistral aunque hoy en día ya está comercializada y se llama Soolantra (de laboratorios Galderma).
Otro tratamiento tópico eficaz, pero cuya finalidad es exclusivamente reducir de forma transitoria los episodios de enrojecimiento, es el gel de brimonidina, Mirvaso (laboratorios Galderma).
Tratamientos orales:
Antibióticos: el más utilizado es la doxiciclina, un antibiótico que se utiliza por sus propiedades antiinflamatorias y es muy eficaz para disminuir los granos y pústulas.
Retinoides: para casos graves se utiliza la isotretinoina (que también es eficaz en el acné), pero a dosis bajas.
Láseres:
Las telangiectasias y la cuperosis pueden ser tratadas con éxito mediante Luz Intensa Pulsada o Láser de Neodimio-Yag.
Otras secuelas de la rosácea como las fimas, sobre todo de la nariz (rinofima), pueden ser tratadas mediante cirugía o con láseres ablativos (láser CO2).
En resumen, la rosácea es un trastorno cutáneo frecuente que se caracteriza por una piel sensible y muy reactiva, en la que aparecen brotes de enrojecimiento y granitos y que puede causar molestias como quemazón y picor. Si tienes cualquiera de estos signos o síntomas no dudes en contactar con tu dermatólog@ para que te pueda ofrecer un diagnóstico y un tratamiento adecuados, hasta entonces, sigue nuestros consejos básicos!!!
Feliz 2019!!!
Dra. Sofía de Asís