¿Cómo afecta fumar a nuestra piel?
El hábito tabáquico a día de hoy:
Para empezar, algunos aspectos generales del hábito tabáquico. Sabemos que “mucha” gente fuma, pero si buscamos cifras oficiales, el porcentaje de fumadores a nivel mundial está en torno al 30%. En nuestro país, en los últimos 10 años el número de fumadores ha disminuido ligeramente, aunque también se sitúa en torno al 30 % de la población adulta. Esta disminución se ha producido a expensas de los varones fumadores, ya que el número de mujeres fumadoras presenta una tendencia al alza.
Es muy importante aclarar que fumar supone la primera causa evitable de enfermedad y muerte en el mundo occidental.
¿Cuáles son los principales efectos del tabaco en mi organismo?
Los principales efectos del tabaco tienen lugar sobre los tejidos y órganos directamente expuestos al humo, como son las vías respiratorias. Además, distintos constituyentes del humo, así como sus metabolitos activos, pueden actuar como tóxicos y carcinógenos específicos sobre órganos distantes. En este sentido, es conocida la asociación del consumo de tabaco con las enfermedades pulmonares o cardíacas) y con el cáncer de distintos órganos como el pulmón, boca, cérvix, riñón y vejiga urinaria, entre otros.
Y en particular, ¿cómo afecta fumar a mi piel?
Cuando nos centramos en la piel, ésta se ve expuesta al humo de los cigarrillos de 2 formas distintas. Por un lado, existe una exposición directa, por el contacto con el humo ambiental, y por otro lado se ve expuesta de forma indirecta, por la llegada vía sanguínea de las sustancias tóxicas procedentes del humo inhalado. Como consecuencia de ello, no es sorprendente que el tabaco ejerza múltiples y diversos efectos sobre la piel.
Los efectos del tabaco podemos dividirlos en 3 apartados: dermatosis secundarias al consumo de tabaco, influencia del tabaco en las enfermedades de la piel y por último, repercusiones cosméticas/estéticas del hábito de fumar.
Dermatosis secundarias al consumo de tabaco: son alteraciones de la piel, las uñas y las mucosas que aparecen de forma casi exclusiva en fumadores.
Melanosis oral: aparición de manchas oscuras en la mucosa oral, son lesiones benignas.
Estomatitis nicotínica: también es un trastorno benigno, más frecuente en fumadores de pipa y consiste en la aparición a nivel del paladar de pequeños bultos/bultitos blanquecinos que en ocasiones tienen un punto central más rojizo.
Dermatitis de contacto: hay sujetos que desarrollan alergia a alguno de los componentes del tabaco, de los filtros o a las fragancias de los mismos. En estos casos pueden presentar lesiones tanto a nivel de las manos como a nivel de la cara.
Urticaria: hay casos descritos de urticaria generalizada y de urticaria labial secundarios al humo del tabaco o al material con el que se fabrican las pipas o los filtros de los cigarrillos.
Lengua vellosa oral: la lengua adquiere un aspecto aterciopelado y una coloración negruzca, este efecto se ve agravado por el consumo de café o té.
Enfermedad periodontal: consiste en la inflamación de las encías y su gravedad está directamente relacionada con el número de cigarrillos que se consumen a diario.
Influencia del tabaco en las enfermedades de la piel:
Psoriasis: Aumento de incidencia y gravedad, además los fumadores responden peor a los tratamientos.
Eccema: la mayoría de autores coinciden en que el tabaco es un factor de riesgo para el desarrollo de eccema.
Rosácea: respecto a la relación del tabaco y la rosácea también existe cierta controversia, en algunos trabajos fumar disminuye el riesgo de presentar esta enfermedad, y en otros lo incrementa.
Acné: Se ha visto que empeora el acné de la mujer adulta, sobretodo su forma comedoniana (puntos negros), sin embargo, en algunos estudios se ha visto que disminuye la incidencia de acné inflamatorio (granos rojos) en adolescentes.
Hidrosadenitis supurativa: consiste en la aparición de abscesos y bultos dolorosos en las ingles y otros pliegues y se ve agravada por el consumo de tabaco.
Lupus: Aumenta la incidencia de lupus eritematoso sistémico y lupus cutáneo discoide, y además disminuye la eficacia de los tratamientos.
Enfermedades vasculares: El tabaco empeora la circulación sanguínea, reduce la oxigenación de los tejidos, es un factor de riesgo para el infarto cardíaco y puede dar lugar a gangrena de los dedos. Esto se conoce como Enfermedad de Buerger o Tromboangeítis obliterante, y mejora claramente al dejar de fumar.
Cáncer: Además de cáncer de pulmón, el tabaco produce un riesgo elevado de cáncer de boca (lengua, suelo de la boca, etc), labio y región anogenital, entre otros. En cuanto a la piel, se asocia significativamente con el carcinoma epidermoide cutáneo. Respecto al carcinoma basocelular, y el melanoma los resultados hasta el momento no permiten obtener conclusiones claras.
Cicatrices: el hábito tabáquico empeora y enlentece el proceso de curación normal de las heridas, y además incrementa el riesgo de complicaciones postquirúrgicas como la necrosis o infección de los tejidos.
Repercusiones estéticas/cosméticas del hábito de fumar: el humo del tabaco hace que la piel de los fumadores tenga unas peculiaridades bien definidas, sin embargo, también puede producir ciertas alteraciones cutáneas en los fumadores pasivos.
Sequedad: El tabaco produce una disminución de la hidratación del estrato córneo y esto contribuye a la mayor sequedad que presenta la piel facial de los fumadores.
Piel apagada: el consumo de tabaco da lugar a una piel sin luminosidad y de aspecto cetrino.
Arrugas: La posición de los labios durante el acto de fumar, junto con el «fruncimiento del ceño» secundario al efecto irritativo del humo sobre los ojos, contribuyen al desarrollo de arrugas alrededor de la boca y en el canto externo de los ojos (patas de gallo).
Envejecimiento cutáneo: el tabaco potencia los efectos nocivos de la exposición solar y estos 2 factores (tabaco + radiación ultravioleta) actuarían de manera aditiva potenciando los efectos del envejecimiento sobre la piel.
Canas: se ha visto que el consumo habitual de tabaco adelanta la aparición de pelo cano.
Pigmentación amarillenta de los dedos y las uñas.
Alteración del color normal de los dientes.
Disminución del gusto y del olfato.
Hipersalivación y halitosis (mal aliento).
¿Qué podemos hacer para evitar los efectos nocivos del tabaco?
Obviamente, la medida más inmediata y lógica es dejar de fumar. Además, se pueden consumir alimentos ricos en antioxidantes (principalmente frutas, verduras y frutos secos) que contienen vitaminas C, A y E, carotenos, selenio, cobre o zinc, ya que la nicotina agota las reservas de estos compuestos. También se pueden utilizar cosméticos antioxidantes, ricos en polifenoles y flavonoides. ¡De todas estas opciones antioxidantes hablaremos más adelante en otro post!
Por tanto, junto con nuestras recomendaciones habituales (protección solar, hidratación, dieta variada..) dejar de fumar es otro pilar fundamental para un cuidado adecuado de la piel.
Dra Sofía de Asís