Limpieza facial ¿Lo estás haciendo bien?

Si nos dieran a elegir un paso imprescindible en cualquier rutina cosmética sería sin duda la limpieza, y es que siendo dermatólogas lo del fotoprotector nos viene de serie. De nada sirve que utilicemos los mejores cosméticos del mercado si nuestra piel no está preparada para asimilarlos, y para eso tiene que estar limpia. Pero, ¿limpia de qué? Limpia de cualquier producto que apliquemos sobre ella como maquillajes y cosméticos, pero también de la grasa que producen nuestras glándulas sebáceas, de la polución ambiental y de la suciedad que dejamos con nuestras manos cada vez que nos tocamos la cara.

Por lo tanto, ante la pregunta frecuente de… “si yo no me maquillo ¿debo limpiarme la cara?”

La respuesta es siempre sí, y sobre todo en pieles con tendencia a la sobreproducción grasa. Si no retiramos la grasa los poros se taponan y las glándulas se inflaman favoreciendo la aparición de lesiones de acné. Además, la suciedad y las partículas de polución hacen que nuestra piel luzca más apagada y cetrina.

¿Qué es la doble limpieza? ¿Quién debe realizarla?

La doble limpieza es un concepto que proviene de las rutinas cosméticas asiáticas, en concreto de la coreana. En realidad, su significado no tiene doblez. Consiste en usar dos productos para eliminar la suciedad de la piel. Suele utilizarse primero uno más oleoso para eliminar los restos de maquillaje y suciedad y posteriormente un gel syndet al agua para retirar el exceso de grasa, pero también pueden utilizarse productos como el agua micelar.

¿Dónde encaja el agua micelar en las rutinas de doble limpieza?

Pues donde nosotros queramos. El agua micelar tiene la ventaja de que no aporta grasa a la piel, aunque no todas son iguales y ante la duda debemos consultar el INCI, y que da una sensación de frescor muy agradable sobre todo antes de irte a dormir. Además, la mayoría de aguas micelares son capaces de desmaquillar el rimmel y el eyeliner sin necesidad de recurrir a otros productos, de ahí que principalmente se utilicen como desmaquillantes. En el caso del maquillaje “waterproof” es cuando necesitamos recurrir a un segundo limpiador para eliminarlo por completo.

Entonces, ¿el agua micelar se aclara?

El eterno debate (que no lo es tanto). Cuando empezaron a comercializarse las aguas micelares, el producto más parecido que había entonces era el tónico. “Transparente, ligero y fresquito” hicieron el resto para que se convirtieran a ojos de la gente en productos equivalentes.

¿Dónde está el error? Pues que el agua micelar contiene surfactantes, es decir, jabones sintéticos. Y como nunca nos plantearíamos salir de la ducha sin aclararnos el jabón porque nuestra piel se irritaría, pues tampoco nos planteamos no retirar el agua micelar. Además, el residuo que deja no tiene ningún efecto sobre la piel si se deja sobre ella, por lo tanto no aporta nada.

A partir de aquí, es cierto que hay aguas micelares con tensoactivos muy suaves que en pieles con tendencia grasa provocan una leve sensación de astringencia que resulta agradable para algunos pacientes. Desde luego, si tienes una piel con alguna alteración de la función barrera (rosácea, dermatitis atópica, etc.) no te la juegues y enjuágate con un poquito de agua tibia.

¿Qué producto/s debo elegir según mi tipo de piel?

No hay fórmulas mágicas universales para elegir el producto adecuado. El producto debe cumplir tres principios fundamentales; realizar su función, no perjudicar y resultar agradable. A las pieles más secas suelen gustarles productos más oleosos como aceites o cremas, mientras que las pieles más grasas tienden a elegir geles o emulsiones, pero cada persona tiene sus preferencias. Sí es importante que elijas fórmulas “oil free” si tienes tendencia al acné y productos libres de perfumes y fragancias si tienes alguna alergia de contacto a estos productos o una piel muy reactiva.

Y… ¿ es verdad que las toallitas desmaquillantes son “el demonio”?

Son cómodas, fáciles de transportar y rápidas de usar. Están hechas de “tejidos no tejidos”, es decir, de una red de fibras unidas por procedimientos mecánicos, químicos o térmicos, pero sin tejer.

La época donde la metilisotiazolinona y la metilcloroisotiazolinona (más conocidas como el Kathon) estaban omnipresentes en estos productos ya pasó, así que no debemos preocuparnos porque sus conservantes sean potencialmente irritantes. Tampoco por el SLS, ya que la mayoría contienen surfactantes con poca capacidad irritante. Sin embargo, muchas sí llevan perfumes y fragancias, que como nos contaba la Dra. Sara Gómez aquí si no somos alérgicos son componentes seguros, aunque el contacto repetido con ellos puede sensibilizarnos y hacernos más propensos a desarrollar una alergia en el futuro.

Sí es cierto que al tener un poder limpiador medio, el gesto de frotar y arrastrar se hace con más fuerza. Eso, unido a que habitualmente tampoco aclaramos la piel después de utilizarlas, las hacen productos potencialmente más irritantes.

Además, son de uso prácticamente diario, nuestro planeta no se merece ese volumen de residuos cuando hay alternativas más sostenibles. (Si quieres saber más de cosmética sostenible haz click aquí)

Por lo tanto… Utilicemos discos y toallas reutilizables…

Hay de todos los tamaños, formas, materiales y colores. Son fáciles de lavar, con el propio jabón de manos en menos de 2 minutos están limpios, pero también pueden lavarse en la lavadora. Suelen ser de poliéster o microfibras y su tacto es suave, mucho más que algunos discos de algodón, por lo que para pieles reactivas o con rosácea son además un alternativa estupenda.

Y si con todo esto no te hemos convencido… recuerda que NO HAY EXCUSAS para continuar utilizando productos desechables que contaminan nuestro planeta porque “There´s no plan(et) B”.

Buen fin de semana a todos,

Dra. Andrea Allende García

Bibliografía

  • Allergenic Ingredients in Facial Wet Wipes. Aschenbeck KA(1), Warshaw EM. Dermatitis. 2017 Nov/Dec;28(6):353-359. doi: 10.1097